2 de junio de 2013

BROMAS LABORALES

© Daniel Alejandro Trebilcock Tamayo

    Ubicada en la periferia de la ciudad, un lugar un tanto desolado y al que solo llegan algunas personas, se hallaba la factoría Prentiss.

   Allí, Laurent Matta, uno de sus empleados, terminaba con satisfacción y cansancio el día laboral. Preparando lo necesario para partir, se dispone a dar inicio al tan merecido y anhelado descanso.
     Apaga el sistema dispensador y lo desconecta de la toma eléctrica para más seguridad. Cierra válvulas, verifica barómetros y activa el regulador automático que con suerte cumplirá a cabalidad con el cuarenta o cincuenta por ciento de las funciones cotidianas que se le asignan. Apaga las luces, se quita el incómodo overol y el casco y lo pone en una canasta de plástico para dirigirse a la zona de casilleros.

9 de abril de 2013

LA DELGADA LÍNEA ENTRE VIVIR Y SOBREVIVIR

© Francisco Javier Minaya Gómez

A medida que miro hacia atrás en mi vida no quiero recordar las cosas tal y como pasaron; prefiero recordarlas de un modo artístico. Y sinceramente, la mentira es mucho más honesta por el simple hecho de haberla inventado yo. La psicología nos dice que los recuerdos no son como los átomos y las partículas de la física cuántica, los recuerdos pueden perderse para siempre. Por descontado, no podría estar más en contra. Es cierto que la psicología nos dice como se comporta el cerebro en determinadas situaciones, dentro de una regla, por supuesto, pero lo que pasó aquél día en Burlete no cumple las reglas básicas del saber humano. Tanto es así que un grupo de investigadores y científicos siguen investigando lo que pasó aquella tarde hace ya dos meses. Del mismo modo la psicología nos dice que el cerebro tiende a almacenar los eventos con una cierta distorsión, de este modo, cada vez que se recuerdan y se vuelven a almacenar sufren una distorsión mayor. Aquí he de darles la razón, salvo que en mi caso, todo parece artístico. Como si yo fuese Picasso con mi paleta y pincel y mis recuerdos fuesen un cuadro sin acabar. Mi deber como artista es rellenar esos huecos y hacer de ese cuadro inacabado una obra de arte independientemente de cuán trágica sea.

8 de abril de 2013

ALGO PARA RECORDAR

© Oscar Malvicio 
Relato con contenido erótico

 Cuando fuimos a buscar a David, estaba todavía en la ducha. Le esperamos, fuera de su casa hasta que salió, José y yo. A David siempre le esperábamos fuera, su padre era muy serio y su madre hacía muchas preguntas. Era viernes, nuestro día favorito de la semana, los sábados eran para los que trabajaban, para los mayores, y nosotros íbamos al instituto y, encima, estábamos de vacaciones, era verano; verano de 1991. Todos éramos del pueblo menos David, que era de Madrid, bueno, vivía en Madrid, pero sus padres eran de aquí, así que supongo que él también. Cuando salió David de casa enfilamos el camino hacia la calle mayor, nos quedaba ir a buscar a Fran. Sacamos el paquete de Chester comunitario y todos encendimos un cigarro por el camino. Cuando íbamos por las calles por donde pasaba demasiada gente, cogíamos el cigarro entre el pulgar y el índice, con el capullo hacia atrás, tapándolo totalmente con la mano para que no se notara. Éramos tan expertos que incluso podíamos meternos la mano en el bolsillo con el cigarro así cogido y hablar con la gente, sin quemarnos, solo el tiempo justo para que no se dieran cuenta, y luego largarnos.

25 de febrero de 2013

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

© Diego Ruiz Martínez

       Quién no ha deseado alguna vez tener un ángel de la guarda, alguien que te proteja cuando se está en peligro. Yo tengo esa suerte desde hace seis meses, una serie de graves accidentes se han ido sucediendo ininterrumpidamente, a cual más grave; accidentes de tráfico, graves caídas mientras practicaba escalada, accidentes laborales, etc..., para mi suerte siempre salí ilesa, algo muy raro para la gravedad de los accidentes. Era algo inexplicable para mí y para todo el mundo, hasta que un día un enigmático personaje me llamó la atención, recordé que no era la primera vez que le veía, en todos mis graves accidentes se encontraba presente, eso me llevó a pensar que era mi ángel de la guarda que me protegía y desde ese día nada me preocupa estoy muy tranquila, nada me da miedo.

LA LIBERTAD

© Diego Ruiz Martínez

       En estos tiempos convulsos en que vivimos, se afirma que los hombres han perdido la fe en Dios, quizás sea verdad, pero a mi humilde parecer ha sido Dios quien ha perdido la fe en los hombres.
       La estupidez humana no tiene límites, se nos entregó el Paraíso y lo convertimos en el Infierno, se nos dio libertad y creamos la esclavitud. Mientras reflexiono, observo por la ventana de mi habitación cómo pasan los pobres infelices camino a su trabajo, se sienten afortunados creen tener un gran privilegio, el tan ansiado trabajo, son los nuevos esclavos de la mal llamada sociedad del consumo. Yo también me siento afortunado y no tendría que sentirme así, no tengo trabajo, pero no me importa decidí dejarlo quería volver a ser libre. Pero la libertad tiene un precio y estoy dispuesto a pagarlo, no tengo ni familia ni amigos, nadie a quien dar explicaciones, puedo hacer lo que me apetezca y lo voy a hacer; la libertad está cerca, solo tengo que dar un último paso, el más difícil pero también el más fácil y gratificante. La recompensa es muy grande recuperar lo que decidimos por propia voluntad perder la libertad.

EL EXTRAÑO

© Diego Ruiz Martínez

       Ángel atemorizado no para de mirar por la ventana de su habitación, hace ya días que no sale a la calle y prácticamente se pasa todo el tiempo encerrado en ella. A lo largo de su larga vida nunca se había sentido así, con 85 años nunca hubiera podido imaginar que acabaría recluido en su casa por temor al extraño que cada día a las cinco desde hacía poco más de un mes intentaba sin éxito entrar en su casa.

      —Hoy estoy preparado si vuelve a intentar entrar acabaré con su vida, lo prometo no dejaré que me haga daño —dijo Ángel, mientras apretaba fuertemente un cuchillo que tenia agarrado con su mano derecha— no me hará daño, no me hará daño.

EL CASTIGO

Advertencia: este relato puede herir la sensibilidad de algunos lectores
© Diego Ruiz Martínez

      ¿Cómo puedo ser tan estúpida?, ¿cómo puedo ser tan torpe?, ¿por qué Dios no me hizo más lista?, estas y otras preguntas no paraban de resonar por mi cabeza mientras lloraba desconsoladamente. Sentada en el sofá temblando de miedo, esperaba que mi marido llegara del trabajo, ¿qué le diría a mi marido?, ¿cómo le explicaría lo ocurrido?

28 de enero de 2013

UN DÍA CUALQUIERA

© Oscar Malvicio 

     Salí a desayunar fuera, a la churrería "Nueva", hacía un frío de mil demonios, había helado y se veía el hielo sobre las calles grises. Un borracho vomitaba en la puerta de un portal, su vaho se perdía en el aire denso, mientras su vómito rebotaba en la acera, salpicando dentro del portal y a sus zapatos. Al cruzar la calle, un perro aprovechó para cruzar también, entré en la churrería y pedí un café y una copa de "Terry", agarré el periódico y lo abrí por detrás para ver la programación televisiva, pocas cosas me interesaban a parte de la programación televisiva; el resto de la información es muerte, paro, crisis, política, manifestaciones, terrorismo, manipulación, suicidios, malos tratos, corrupción, tráfico y tráfico de drogas... lo de siempre pero cambiando los protagonistas de vez en cuando. El café estaba ya en la barra, lo cogí y sorbí un poco, lo dejé y pensé en ese borracho a punto de echar las tripas por la boca a la vez que cerraba el periódico y lo dejaba en la esquina.

30 EUROS Y A CORRER

© Oscar Malvicio 

    Andaba por el centro de Guadalajara, en dirección a la agencia tributaria, por la mañana, iba tarareando un tema de Sabina y estaba nervioso por la resaca, y también porque no sabía el número de tributos que me iban a meter. Anduve un buen rato buscando el sitio, y lo encontré. Una vez dentro, me hicieron sacar un ticket con un número, me senté y esperé mi turno.
    A la media hora salió mi número, me levanté y fui hacia la mesa indicada. Puse mis papeles encima de la mesa y la tía me pidió el DNI, se lo di, y empezó a teclear.
    —Le sale a devolver 30 euros, señor  Cirio —me dijo.
    —Vale, verá —le dije—, hay cierto dinero de un piso que me han devuelto, porque me di de baja antes de que lo construyeran, y quisiera declararlo también.
    —Ah… bueno… —titubeó—. ¿Sigue usted en ese piso?
    —Nunca he pisado ese piso, señora.

21 de enero de 2013

UN VIAJE A SALAMANCA

© Ramón B. Boscá Crespo

   Mariano y yo nos hemos levantado temprano, nuestras mujeres se han quedado durmiendo y descansando. La noche anterior nos lo anunciaron, al regreso del viaje que realizamos por los alrededores de la sierra de Francia; por el pueblo de La Alberca, a la cima de la peña de Francia y el paseo por el paraje natural de Las Batuecas. Acabaron con sus fuerzas, y exhaustas para seguir nuestro ritmo, decidieron pasar el último día de vacaciones sin salir de la casa rural.
     A Mariano le ha tocado preparar un pequeño desayuno antes de partir, yo soy negado a toda clase de tareas domésticas. Él no es que sea muy ducho en esos menesteres, pero al menos se defiende.

15 de enero de 2013

¿SUEÑO O REALIDAD?

© Pepe Gallego


La desidia, la insatisfacción, el desasosiego, la amargura, el miedo. Todo ello atenazaba su espíritu. Un día más, una semana más. Hoy volvería a intentarlo pues no podía permitirse el lujo de rendirse, pero la realidad era que ya no tenía fuerzas y la esperanza se le escapaba como un árbol al que se le desprenden irremediablemente sus hojas caducas, o como un arroyo pierde su alegre fluir en la congelación pasando al áspero y seco crujir del hielo. Se miró en el espejo y observó el cansado rostro esculpido por las horas de vigilia, con marcadas y profundas ojeras, salpicado de ríos plateados en sus sienes. Hacía tiempo que el insomnio había hecho presa en él. ¿Cómo era posible haber llegado a aquella encrucijada con apenas treinta y pocas primaveras?

CARTA DE SUICIDIO

© Mar Vinat
La agente de la policía científica entró en la habitación, donde ya se encontraba uno de sus compañeros. En la cama estaban los cuerpos de una mujer que rondaría los cuarenta abrazada a un bebé que seguramente no tendría dos años. Parecían dormidos.
―Creo que está bastante claro que es un suicidio ―dijo el agente―. Un vecino alertó sobre un fuerte olor a gas, los bomberos han encontrado esas dos bombonas de butano de ahí con el regulador abierto y las gomas cortadas. Tanto la puerta como la ventana estaban cerradas y con toallas tapando cualquier posible rendija, además la mujer tenía en la mano lo que parece una carta de suicidio. En cuanto llegue el forense y lo confirme podremos irnos a comer ―dijo, tendiéndole la carta para que la viera.
Diana tomó el papel y se quedó mirando los cuerpos, pese a llevar años en el oficio la visión de niños sin vida no dejaba de producirle una inmensa pena. En este caso, ¿qué podía haber llevado a esa mujer a hacer algo semejante? Comenzó a leer: