25 de agosto de 2012

AETERNAM


© Mercedes Palmer

Es curioso como a veces los sueños y la realidad se unen en un engranaje perfecto y de pronto todo cobra sentido, se dispersa la niebla, florecen recuerdos olvidados y empiezas a comprender…
En mi caso, debo decir que los sueños fueron un nexo de unión con un pasado inconcluso, muy lejano, del que yo no era consciente. Eran unos sueños muy vividos que habían cobrado fuerza desde que me mudé al condado de York. Sueños que me acosaban noche tras noche, hasta el punto de condicionar mi vida y pensar que algo no funcionaba bien en mi cabeza.
Desde hacía un tiempo, cuando volvía a casa después del trabajo, sin darme cuenta me desviaba de mi camino habitual e invariablemente llegaba al mismo lugar; un paraje apartado y a todas luces abandonado. Un lago concentraba toda la belleza misteriosa de aquel lugar.  Bordeándolo  serpenteaba un camino que se habría tras una desvencijada verja que colgaba de sus goznes, y junto la misma una desgastada losa rezaba: “Darklake Manor 1880”. Más allá, al otro lado del lago, se divisaba  una esplendida mansión victoriana del siglo XIX.  Aquello no me hacía ninguna gracia, es más, estaba empezando a asustarme. La mansión me recordaba a la de mis sueños, pero había algo más… sentía la imperiosa necesidad de entrar, como si alguien me estuviera invitando, sin embargo, el miedo se imponía. Hay que tener en cuenta que yo no sabía cómo llegaba hasta allí, era un lapso en mi memoria y, como ya he dicho, creía estar sufriendo algún trastorno mental.

20 de agosto de 2012

PERSEGUIDA


© María del Carmen Encinas (Mallorca)

Me aferro a la pared deseando ser invisible, los jadeos cada vez están más cerca. Sé que tarde o temprano me descubrirá. Todo ha empezado al salir del cine, no había recorrido  ni veinte metros cuando me he sentido observada, giro la cabeza y veo a un tipo con una sudadera negra y la capucha sobre la cabeza, no he podido verle la cara, la esconde. Me hace gestos raros y camina hacía mí. Estaba tan asustada que he empezado a correr tan rápido como he podido, el miedo mueve mis piernas. A estas horas las calles están ya desiertas, nadie puede ayudarme. En mi loca huida me he metido en este callejón oscuro; yo, que siempre me he burlado cuando las protagonistas de películas de terror se esconden en callejones sin salida, ¡serán tontas! Ahora estoy yo aquí, esto es real.
Quiero formar parte del ladrillo, fundirme con el cemento; tal vez la oscuridad me esconda. Él quizá no repare en mí si me mantengo quieta y no respiro. Imposible sabe que estoy aquí, me encontrará y luego…, no quiero ni pensar.

EL ÁNGEL Y LA PELUQUERA


© María del Carmen Encinas (Mallorca)


La joven Marian subía cada día a una pequeña montaña que se alzaba majestuosa frente a su pueblo, quería estar en forma y por qué no, perder un par de kilos. Era fácil subir; un pequeño camino asfaltado serpenteaba hasta casi la mitad. A partir de ese punto la calzada estaba empedrada formando unos escalones irregulares a tramos y en otros lo ocupaban relucientes piedras pulidas por el paso del tiempo y la gente, eso hacía un poco más difícil la subida, en días de mucho sol o cuando la lluvia hacía presencia se tornaban resbaladizas. Ese trecho tenía un encanto especial casi bucólico. A ella le gustaba pararse unos instantes a respirar la paz que reinaba en ese lugar y contemplar el bello paisaje que se divisaba; el pueblo a sus pies, rodeado en parte por esplendidas montañas y un poco más allá hace presencia la costa, un mar azul que queda grabado en el iris de quien lo ve por primera vez. Era en este tramo donde se encontraba una pequeña cueva, la cual se conocía con el nombre de La cueva del demonio, nada asustaba de ella y en contra punto, justo al lado de la entrada, en la misma piedra estaba La silla del buen Jesús; que contradicción el infierno al lado del cielo.

EL REGALO


© Richard Sabogal 

La editorial cierra a las cinco de la tarde exactamente, ni un minuto más, ni uno menos. Los empleados van saliendo en grupos o bien solos. Santiago, un corrector literario, empleado desde hace diez años, es el último en irse. Con su reconocida parsimonia se dirige a su casa, ubicada a unas cuantas cuadras de allí. Camina ajeno al bullicio de la ciudad, a las cornetas que revientan los tímpanos pidiendo agilidad vehicular, a las motos que se suben a la acera amenazando con atropellar transeúntes o a las personas que en grupos pasan, hablando, sonriendo, peleando o llorando.  Él en su propio mundo, piensa en Rosa, su novia, quien esa mañana al desearle buen día en un mensaje de texto a su móvil, le acotó otro mensaje que lo dejó meditabundo durante todo el día «Esta tarde, cuando regreses del trabajo te llevarás una gran sorpresa, el espacio en tu casa cambiará considerablemente, te tengo un regalo maravilloso, te amo». Mientras caminaba lentamente, con su lonchera de almuerzo en la mano, su cabeza baja y la espalda torcida de tanto leer, se devanaba la mente pensando en qué significaba ese mensaje tan particular.

18 de agosto de 2012

DESTINO BARCELONA


© Itsy Pozuelo

El despertador sonó, interrumpiendo el silencio en la habitación de Amanda. Ésta miró el despertador, achinando los ojos, para comprobar qué hora era . Su cansado cuerpo suplicaba poder dormir tres o cuatro horas más, pero el reloj marcaba las nueve de la mañana y debía levantarse. Una hora después partía su autobús hacía Barcelona, ciudad donde pasaría el próximo año. 
Había conseguido una beca donde estudiaría un máster de literatura y publicaría un libro con una famosa editorial y por esa parte se sentía feliz, pero separarse de su familia y amigos no le entusiasmaba demasiado. 
La noche anterior había dejado todo preparado, solo tenía que ducharse, vestirse y subirse en el coche de su padre, quien la llevaría a la estación en compañía de su hermana pequeña y su madre que llorarían sin cesar y empeorando la difícil situación. 

Cuando llegó a la estación cargó con la pesada maleta. Leyó en el billete “Cartagena-Barcelona” y suspiró. Alzó la vista hacía un reloj redondo, en teoría de color blanco, aunque de estar al aire libre tenía un color marrón. Cinco minutos y se subiría al autobús.
Se pellizcó en el brazo deseosa de saber si aquello era de verdad o solo sería un sueño. Pero no, era de verdad. Se iba a subir a ese autobús e iba a empezar una vida nueva, al menos durante un año. Un año que se le antojaría una eternidad.

14 de agosto de 2012

AMARGA DESPEDIDA


© Marcos Callau Vicente


Anuncios de gasolina cuando no hay depósitos que llenar, agencias de viaje si necesitas escapar pero desconoces en qué dirección correr, bebidas refrescantes cuando mueres de sed; rebajas mucho más caras que el año anterior, inmobiliarias para corazones vagabundos, potentes micrófonos para aquellos que permanecen mudos, anuncios, más anuncios, compra y venta, hipotecando una vida entera. Crisis. Creo que el día en que nací mi familia ya estaba en crisis y el mundo olía igual de podrido que este lento anochecer.
Hoy estoy triste. ¿A alguien le interesa?. No, no cuesta dinero llorar. Es mejor aún que el llanto sea en silencio y de madrugada, cuando ya esté lejos de aquí. Sí, se ha marchado. Después de veinte años juntos, compartiéndolo todo, me abandona. La situación era difícil, un duro trance que no pudimos soportar y llegó la inevitable separación. Sin embargo, ahora recuerdo todo lo que pasamos juntos. Con ella comenzaron todos mis sueños, mis proyectos. Crecimos juntos, vivimos noches enteras bajo el plácido manto de las estrellas, escuchando viejas canciones, riendo y soñando. Pero ahora tan solo me queda ese aroma inconfundible que impregnará, quizás ya para siempre, la palma de mis manos. Es fascinante cómo se dejaba, conscientemente, manejar por mis inexpertas manos. Si ella lo hubiera querido, se habría convertido en una fiera indomable y descontrolada pero, por alguna extraña razón, siempre fue dócil conmigo.

FUTBOL TOTAL


© Raúl Garcés Redondo


Lo encontré entre la montaña de artículos de liquidación que se alzaba en un rincón de la sección de electrónica de un conocidísimo comercio de la ciudad. Llevaba tiempo detrás de un videojuego sobre fútbol, pero mi situación económica no me permitía disfrutar de las últimas novedades que ofrecía el mercado. En la caratula, dos jugadores peleaban por el balón, luciendo las camisetas oficiales de sus respectivos equipos, a la sazón eternos rivales de la que llaman «mejor liga del mundo». No figuraba el año de lanzamiento pero debía tener unos cuantos, visto los jugadores de la portada, retirados hace ya tiempo de la competición deportiva. Sobre éstos, en grandes letras, el título en inglés, algo así como: Total soccer.
Era domingo por la tarde. Mi padre solía acudir al bar que hay debajo de casa para ver el partido por el canal de pago. Jugaba nuestro equipo contra un recién ascendido a la primera división. «Les vamos a patear» —repetía eufórico mi viejo, ondeando como un enloquecido la bufada con los colores locales mientras mi madre le colocaba bien el cuello de la camisa. Yo prefería escucharlo por el aparato de radio. Las apasionadas voces de los locutores hacían, sin duda alguna, más emocionante el choque.

12 de agosto de 2012

POEMAS DE JAZZ


© Chabi Angulo

La noche caía sobre Zaragoza. Las calles estaban desiertas y el cielo encapotado.
Una leve brisa entraba desde el norte explorando cada esquina de la ciudad.
Tomás aceleraba el paso para encontrar algún lugar donde escribir sus poemas.
El hombre sabía que no podía estar mucho rato. Había toque de queda en toda la localidad aragonesa y no había muchos valientes como nuestro protagonista.
Consiguió divisar unas luces de color verde. Las bombillas estaban colgadas y chocaban con la pared del lugar. Parecía como si le avisaran de algún lugar interesante.
El hombre accionó el picaporte con sumo cuidado y consiguió abrir rápidamente la puerta a pesar del viento.
Unas escaleras conducían hacia abajo y se podía escuchar algo de música. Cerró la puerta con esmero y luchando contra el viento no hizo ruido alguno.