ALCANZANDO LAS ESTRELLAS

© Claudio Reyes Durán

―¿En qué piensas? ―preguntó Catalina a su amigo, al tiempo que se sentaba cerca de él.

―Me preguntaba si algún día podré alcanzar aquella estrella ―dijo señalando la más brillante del cielo nocturno. Catalina miró incrédula.

―Estoy segura de que nadie ha podido, ni podrá alcanzar esa estrella; ninguna en realidad ―dijo con una sonrisita entredientes―. Además, nos reduciríamos a cenizas en un instante de llegar cerca de ellas―agregó con cierto aire de superioridad.

Cristopher mantenía su mirada en dirección al lucero que continuaba embrujándolo. Por momentos incluso, había olvidado que se encontraba sentado en una roca frente al mar. Las olas rompían con sutileza bajo sus pies, y aquella estrella, parecía sonreírle al muchacho.

―En mi opinión ―empezó a decir Cristopher―. Creo que te equivocas. Ya existen personas que han llegado a las estrellas. Y ellas, habrán empezado como yo quizás, preguntándose cuándo llegaría el momento en el que podrían tocarlas.

―Cristopher, nadie jamás en la tierra lo ha hecho... ¡búscalo en google!

―Me haces reír, Catalina. Sabes, las personas no están acostumbradas a soñar. Es ese el problema. Hoy por hoy, la mayoría reduce sus sueños a nada, sólo porque gente como tú, amiga mía, piensa que se trata de una realidad vaga, o imposible de lograr ―tomó aire―. Sin embargo, yo soy un fiel defensor de que cualquiera de nosotros podría alcanzar las estrellas; sólo falta llenarse de energías, y ser capaces de correr a gran velocidad todo el camino para alcanzar la gran meta. Sólo depende la fuerza que tengas para ponerte de pie cada vez que te caes. Nadie alcanza sus metas sin una gota de decepción... ―miró a Catalina―. Búscalo en google, amiga mía.

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