16 de marzo de 2011

BUM, BUM...


© Erty McManaman (Seudónimo)
   Bum bum... Imaginad que elimináramos todo ese ruido que emite la ciudad cuando pasa por esta calle céntrica y se detiene en el número 23. Bum bum... esto es lo que escucharíamos. Si nos detuviésemos justo delante y nos diese por alzar la vista, veríamos quizás el edificio más grisáceo a 500 metros a la redonda. Tan sólo tres plantas, con dos viviendas en cada una. Grandes ventanales, sin terrazas, sin ascensor. Seis núcleos familiares dejando su vida ahí dentro... cinco, pues en el 3º A no vive nadie desde que aquel militar retirado se encontró con la muerte justo aquella semana que su hijo no le visitó. El agrio olor de la muerte llamó a las puertas colindantes anunciando su eterno descanso.
Bum bum... corazones que laten con mayor o menor intensidad. Rosario, la viuda de negro de piel no blanca... blanquísima. Dedica dos horas al día a no ver la televisión, dos a no pensar, una a no comer, ocho a no dormir y nueve a no vivir. Las dos horas restantes las pasa no mirando... introduciéndose en la foto de su marido Leonel. Su corazón late pausado, por un puro y lógico y funcional mecanismo.
Un fuerte estruendo sacude la evasión de Rosario. No es casual; tres, cuatro... cinco veces al día alguien de la familia del piso superior arroja un objeto al suelo, como si fuese parte de un juego o un ritual. Imanol se enamoró de Paz porque cuando ella reía, las comisuras de sus labios cobraban vida; se ladeaban hacia arriba, creando en el rostro de Paz la imagen de la felicidad, la cara de alguien con quien se quiere vivir y morir. Mucho poder en tan poco espacio carnal. La boda fue alegre; su primer año de casados, emotivo; sus partos, dolorosos; y su convivencia... un caos; eso sí, un dulce y encantador caos. Cinco corazones latiendo en el 2ª A de aquel mohíno y céntrico edificio. Si el ruido se evadiera, escucharíamos una sinfonía de latidos efervescentes. La vida decidió quedarse entre esas paredes, y la vida es chillona y molesta a veces, aunque... no es necesario tirar tres, cuatro... cinco objetos al suelo cada día.
Bum bum, bum bum... El corazón no late en el 3º B... explosiona cada noche sobre el grueso colchón, regalo de la madre de ella; en pro de su descanso nocturno (ilusa la señora), y no para fomentar la lujuria de dos asturianos entusiasmados con su nueva vida en Madrid. Ricky y Mari enrojecen cada mañana cuando se cruzan en las escaleras con sus vecinos... «¿Habremos hecho demasiado ruido anoche? Es que tus jadeos suenan como máquinas tragaperras eyaculando monedas». El amor apasionado que les rodea habita en sus vidas desde hace dos años, y todo parece que está dispuesto a no abandonarles, porque Ricky y Mari son dos seres excepcionales, y el Amor lo sabe, y no quiere alejarse de ellos.
Bum bum... son las 12 de la noche, y en las escaleras, Toni y Edgar mantienen una inocente conversación de adolescentes entusiasmados con los orgasmos. El primero, primogénito de Imanol y Paz, mantiene un liderazgo sobre su amigo desde que descubrió y difundió la existencia de esa cosa llamada clítoris. Edgar, alucinado con su amigo conquistador, le pregunta detalles sobre su último encuentro sexual. «¿Pero qué hicisteis?», le pregunta con insistencia. «De todo... mamadas, felaciones, sexo oral...». Y su amigo le elevó como diez centímetros del suelo con la mirada, como si aquella proeza estuviese tan lejos de él como la luna del sol.
La noche del jueves llora María como todas desde que llegó al mundo. Tiene seis meses de vida, y su madre Teresa le cuida con esmero y fervor. El padre del bebé recorre las calles subido al camión, recogiendo los desperdicios que esperan pacientes en sus bolsas, en su contenedor. Por las mañanas llega a su casa oliendo mal, pero no se acerca a su hija hasta que no se aleja de él la última partícula apestosa de la noche. Teresa no tiene reparos en comerle a besos cuando abre la puerta, con la primera luz del día. Le desnuda y le acompaña a la ducha, luego vuelve a la cama a esperarle con impaciencia. Esa noche del jueves es una noche como otra cualquiera en el 1º B; María llora, y Teresa le canta la nana que adornó su niñez y tanto echa de menos.
Bum bum... un corazón late en el piso de arriba. Mauricio mantiene su mirada perdida entre un hedor de sufrimiento mal llevado, mal consumido. Cada noche se pregunta por qué es tan miserable. Cada noche sus ojeras se ennegrecen al saber que seis horas de insomnio le esperan por delante, seis horas regurgitando recuerdos mediocres, seis horas de mal sabor de boca, de espíritu... de alma. Toda una oscura noche de televisor encendido y vacío de voz, de goteo de retrete, de muelles del colchón que vociferan cada vez que mueve su enorme cuerpo. Bum bum...y el llanto de la cría de abajo golpea en su cabeza..., bum bum... y la felicidad de la joven pareja golpea en su cabeza..., bum bum... y la algarabía de los fogosos amantes golpea en su cabeza...,bum bum... y cuando el olor a gas apenas le deja respirar, le apetece encenderse un cigarro...
¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!
.
.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida, según las leyes establecidas en esta materia, la reproducción total o parcial de este relato, en cualquiera de sus formas, gráfica o audiovisual, sin el permiso previo y por escrito de los propietarios del copyright.

No hay comentarios:

Publicar un comentario